Sevilla es muy famosa y muy desconocida.
Su historia, marcada por un ir y venir de civilizaciones y culturas que han ido
dejando su legado en ella y conformando su personalidad; un poliedro en cuyas
caras convergen al mismo tiempo, y de forma inseparable, el pasado, el presente y el futuro.
Los días de Sevilla son largos y transcurren sin prisas. La luz toma sus calles con autoridad y
la ciudad respira vida. Ir en bicicleta a la oficina, salir de compras,
almorzar mirando a la Giralda, pasar la tarde junto al río, descansar en un banco de los
Jardines de Murillo o cenar en alguna de sus terrazas en buena compañía, son ingredientes de
jornadas que despiertan brillantes y transitan abiertas a cualquier plan hasta
bien entrada la noche.